Monday, February 14, 2011

Quien es mi Projimo?

Luk 10:25-37Vv. 25-37.
Cristo da el ejemplo de un pobre judío en apuros, socorrido por un buen samaritano. Este pobre cayó en manos de ladrones que lo dejaron herido y casi moribundo. Los que debieron ser sus amigos lo pasaron por alto, y fue atendido por un extranjero, un samaritano, de la nación que los judíos más despreciaban y detestaban, con quienes no querían tratos. Es lamentable observar cuánto domina el egoísmo en todos los rangos; cuántas excusas dan los hombres para ahorrarse problemas o gastos en ayudar al prójimo. El verdadero cristiano tiene escrita en su corazón la ley del amor. El Espíritu de Cristo habita en él; la imagen de Cristo se renueva en su alma. La parábola es una bella explicación de la ley de amar al prójimo como a uno mismo, sin acepción de nación, partido ni otra distinción. También establece la bondad y el amor de Dios nuestro Salvador con los miserables pecadores. Nosotros éramos como este viajero pobre y en apuros. Satanás, nuestro enemigo, nos robó y nos hirió: tal es el mal que nos hace el pecado. El bendito Jesús se compadeció de nosotros. El creyente considera que Jesús le amó y dio su vida por él cuando éramos enemigos y rebeldes; y habiéndole mostrado misericordia, le exhorta que vaya y haga lo mismo. Es nuestro deber, en nuestro trabajo y según nuestra capacidad, socorrer, ayudar y aliviar a todos los que estén en apuros y necesitados.
 
Si hablamos en forma descuidada de la vida eterna y del camino a ella, tomamos en vano el nombre de Dios. Nadie ama a Dios ni a su prójimo con una medida de puro amor espiritual, si no participa de la gracia de la conversión. El orgulloso corazón humano se resiste mucho contra tales convicciones.

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